A Aida,
una princesa de la que
me enamoré en mi adolescencia.
que eras sueño de adolescencia,
que por mis recuerdos fui engañado
y nunca estuviste en mi consciencia.
He llegado a ocultar
aquella cobardía varada
que me obligaba a estar en secreto
perdido en lo obscuro de tu mirada.
He llegado a olvidar
el olvido de tus ojos negros,
de tu encantada sonrisa
y de las sortijas de tu cabello.
He llegado a abrazar
a tu onírica remembranza...
y a esas palabras escapadas...
adueñadas de sentir incierto...
Y he llegado a dudar
de tu bendita existencia
pues de mí fuiste extraviada
incluso antes de ser mi princesa.
¿Fuiste real o ilusión?
Siempre anidará en mí tu frutal pasión.
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