Mis dedos se derriten
en las teclas (agujas) de un piano
que revive al alma de Satie
(y penetra en el sepulcro de Debussy).
La tinta se derrama
entre la sangre (de mis ojos) vertida
sobre un poema de Edgar.
(¿Soy un cuervo que grazna en silencio junto a Bécquer?)
Mi alma se quiebra
entre los pedazos que dejaron
los amantes (sin celo) de Marilyn
y la belleza (cautiva o libre) de Page.
El amor es extraño
cuando Dalí lo ignora
sobre el lienzo que es Gala...
(Sobre todo si esta se subyaga a un sexo indómito
y un "te quiero" carece de sentido).
Y mi enfermedad... no es otra:
Romanticismo (inerte) enarbolado,
hipersensibilidad (sin lágrimas) emotiva
y creatividad (incomprendida... e incomprensible) catastrófica.
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