A Lola Julià
Una niña perdida
entre la soledad de la multitud.
Tiene sangre en sus brazos, heridas que hierven de dolor,
de locura, de hiel... de espanto.
Zumbidos eternos, malolientes...
Un grito ahogado, atenazado...
sus cuerdas vocales están rotas;
podridas por una enfermedad viciosa
que roza lo etéreo de su alma
rompiéndola en pedazos de cristal candente
que ha olvidado cuál es la forma del amor.
La imagen de un corazón navega junto a un diamante.
Lo indestructible y lo frágil se unen
en la oscuridad de las nubes,
donde se vierten rayos de esperanza.
Pero esta está marchita...
... y un verde lorquiano
se apoderó de ella hace siglos.
Y, sin embargo,
aun carente de fuerzas...
extenuada...
agotada...
vencida...
¡Sigue luchando!
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