Ojos negros:
Lágrimas brotaron amargas
de una ninfa sorprendida
adornando su piel perlada
y encogiendo mi corazón veleta.
Ojos dulces:
Lágrimas por mí no probadas
por ser su sonrisa ajena;
encontrada en su mirada infinita
quedó mi cobardía eterna.
Ojos bellos:
Reflejase como una niña
sin sentirse aún mujer;
mostrando sutil inocencia
contrastada con su madurez.
Ojos tristes:
Fue un sufrimiento fugaz
aquel del que se vio invadida,
perdiendo su mirada perdida
de inconsciente ánima inmortal.
Ojos ciertos:
Fue tan fugaz su voz,
tan sencilla su cadencia,
que irá siempre ella conmigo...
más caí rendido naciendo.
1 comentario:
¡Muy bonito!
Podrías haber hecho más sutil el último verso de la tercera estrofa... Aún así queda bien.
Un besito!
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