A temer a la vida fui enseñado;
y a la pasión, contener con cadenas,
por algún dios, vengativo y olvidado,
y prohibiciones que tan absurdas eran.
Por un sentimiento enarbolado,
no cumpliré la injusta y ruin condena
de ver mi cuerpo vilmente abrasado
por pecados que no pensé que fueran.
Así algún día se nuble mi razón
y la muerte se acerque cadenciosa,
yo solo habré de creer una opinión:
Que el amor es mi única deidad
y mi fe, auténtica y valerosa;
buscar: libertad, belleza y verdad.
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