que se derrama cuál manantial ante las bestias.
Ella es María Antonieta...
Dama encantadora, niña temerosa,
la que sin corsé es bella…
¡Abogad por mí!
¡Que me deje ser yo quien sacie su corazón,
a quien se entregue en cuerpo y alma!
Bello ángel…
Trenzaría sus caireles como trenza su luz con la del universo…
Ella es María Antonieta…
¿Cómo hacerla entrar en razón si me ha privado de la mía?
Hace ya dos menguantes que probé sus labios,
el fruto más dulce jamás imaginado.
No tengáis miedo de amarme,
deja ya tu faceta libertina y vuélcate en mis brazos.
Hermoso cisne,
no pretendo tu encierro en jaula de oro,
sólo añoro que volemos juntos.
¡Ámame!¡Déjate amar!
Lo he visto en tus ojos.
¡Por piedad, ríndete ante Eros!
Proclámate mi dueña que yo soy tu creación.
Ella es María Antonieta…
la que con nombrarse trae dicha,
la que con facilidad y para mi tortura,
puede transformarse en rosa marchita.
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