Cuento arbitrario de dos mimos sin suerte ni tiento
Cuenta el cuento
de dos mimos, la historia
de un florecimiento;
se encuentran,
perdidos, en
del amor,
su memoria...
e, incluso, ardiendo.
"Mímame!"
dicen sus gestos
y en el silencio
ella, mimo,
suspira,
riendo.
El gentío corre,
los saluda...
el frío llega
y los desnuda...
de olores dulces,
cautivados,
llega el viento.
El calor de sus miradas
se pierde...
"Mímame!"
dicen sus gestos.
Mas no se acercan...
y no miento...
ya se acaba
de uno
el tiempo....
Mas no lo sabe...
y, sin palabras,
"Mímame!"
dicen sus gestos.
De sus manos,
su coraza,
el corazón se le desboca;
pues ella, mimo, si mimara,
a quién mimase sería,
sin duda,
por supuesto.
Y la vida se termina...
más allá no habrá lamento...
sus gestos se acabaron...
sus ojos se apagaron...
y "Mímame!"
dice en muriendo.
Ella, mimo,
pinta lágrimas negras...
No lo vio...
no supo verlo...
y cuando lo quiso,
cayó muerto...
y en su rostro, dibujado,
un "Mímame!"...
... arrepentimiento.
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