En memoria de Carlos Salinas.
Vos y tu
máquina sois uno.
La bóveda
celeste,
se postula
como fiel confidente.
Viajero,
viajero,
¿queréis
reposar sobre el cielo?
Acá quedarán
intactos tus rieles.
Las rutas,
los parajes, los amores,
poseerás por
siempre.
Viajero,
viajero,
el humo es
tu consuelo,
y en tus
pulmones,
se transmuta
en casa, familia,
tierra
mojada, en esas canciones…
¿Cuánto han
visto tus ojos?
Viajera es
tu mente,
viajero es
tu corazón.
Por fin, reposar
la nuca en el lecho,
Pero tu
espíritu incansable, decidido,
no te permite
dormir,
se hace
valer del viento
para al viajero hacer huir.
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