¿Qué buscas en mí?

¿Qué buscas en mí, hermano?

¿Qué vuelva a dar la cara a los Dioses por ti?

¿Qué en mi puño tus males pueda yo constreñir?

¿Qué buscas en mí, hermano?

¿Acaso que me calle y te aventure con Virgilio?

¿O tal vez sea la perfección de algún oculto paraíso?

¿Qué buscas en mí, hermano?

Porque aquí tengo sangre, corazón y anhelo,

lo que solía bastar al comienzo del tiempo.

Tarde sin fin

La Nada de Fantasia,

se apodera de los montes.

 En la tarde desfasada,
no se oyen los cenzontles.

 La Nostalgia aflora,

 la bebida disfraza,

 a Bastián nadie sigue,

 todos son carnaza.

 Matices grises,

 la ciudad sucumbida,

 algunos motivos,

 para cambiar la vida.

 ¡Oh, las nubes llorando,

 al suelo quieren besar!

 Solemne la princesa,

 a la esfinge oye recitar.

Descalzas

Mil lenguas...
¿Cuál es la vuestra?
Aun sabiéndolo...
No podría expresarla...
... describirla... esa belleza
que, descalzas, irradiabais
entre sueños.

La Muerte de Peter Pan

¿Por qué maté a Peter Pan?
Me azora la memoria amarga de su sombra.
No habrá más dedales, ni besos, ni piratas.
Lloverán Wendys con Campanillas...
Tintineos de niñez perdida.
Nunca Jamás.
Aquella estrella de allá se ha apagado.

Dragones

A Ceuta

Cuentan que su aroma
en ninguna otra parte hallarás.
Dicen que su viento
incluso a dioses, de hechizar, es capaz.

No existe lugar alguno
en el que junto a dragones volar.
Ni que en el misterio de unas murallas
un tesoro escondido albergar.

Se oyen en sus castillos
como el tiempo se habrá de anunciar.
Se sienten en sus pisadas
siete hermanos del azar.

Su luz y su agua.
Magia sin par.
Su color y su encanto:

Grandiosa alma serán.

Riendas

Creía que empezaba a llevar las riendas...
Han vuelto a robármelas.
Nueva transformación en el horizonte.
¿Cuándo podré ser yo?

Me niego a ceder mis riendas.
Si he de ser yo, habré de serlo ahora.

El Jardín de los Enamorados

En revoloteo de vivaz cansanio
el frutal aroma de primavera extinta
me pistila y estambra en muros
que saben a néctar de lágrimo dulzor.

Un decolorado arcoiris acalorado
hierve en la pituitaria de mis extremos...
... y bien... yo... pruebo... pruebo...
en volandas de punzante vuelo.

¿La encontré? Es posible... es igual...
La orquídea morfeica que desée
se inventó en palatal éxtasis brutal.

Mas quien la flor más dulce
probó... yo non fui...
sino el enamorado en, la de ella, su boca de jazmín.